De lo duro, lo blando, el busto y el susto

(Huik. Architecten de vylder vinck taillieu bvba)

Por supuesto que hablamos porque no sabemos. Y esa es la mejor forma de saber.

Hace unos meses hablaba brevemente sobre la posibilidad del dominio de la abstracción frente a la figuración. En ese momento titulé la entrada De la Abstracción y Ornamentación de manera intuitiva, consciente del peso de ambas palabras y su aparente oposición. Sin duda a día de hoy sería importante corregir que para nada son excluyentes: los trazos de Miró, como los de Jaque, son mayoritariamente relleno compositivo, ornamentación al fin y al cabo. 

Otros dos términos, con permiso de Langarita, para nada excluyentes y sin embargo opuestos son duro y blando, busto y pellejo. Dura es la muralla y blandas las tiendas apiñadas a sus puertas ella. Lo duro permanece, vence al tiempo (y a la realidad) y, por su definición formal, se erige como símbolo. Lo blando es temporal, evoluciona con los usuarios y está más ligado a la sociedad que al lugar, es invisible al ojo no entrenado.

La historia de dicha dualidad (y hay que poder reconocerlo como arquitectos) es la historia de la dominación. Aunque por supuesto fueran orgánicos (pellejo) los toldos y cortinajes de los palacios reales la arquitectura más endeble ha sido siempre la de quien ha tenido menos recursos con los que construir. De nuestro pasado hemos heredado templos, bastiones y palacios, hedientos de dominación, y se ha olvidado de aquello que, por sus condiciones materiales, difícilmente podía apropiarse de un lugar más allá de su tiempo de uso. 

También en la conservación esto ha sucedido así; el patrimonio protegido ha sido siempre pétreo frente a las estructuras auxiliares de textil o madera. Sin embargo se trata de una decisión bastante razonable, no es ni mucho menos una conspiración. Mientras que el bastión funciona como superestructura que ocupa un espacio y responde vagamente a una función las tiendas de soldados se articulan íntegramente según los requerimientos funcionales. Si mañana pintas tu peluquería de rojo, puedes cambiar tu toldo a dicho color. 

Todo esto es primero de Smithsons. De mi casa de la Palmera solo era arquitectura dominante el plinto sobre el que se apoyaba la casa (que podría haber sido el plinto de muchas otras plantas). Pero, ¿y si es el busto el previsto para desvanecerse? No se me ocurre mejor burla del fachadismo que mantenerlo hasta vencerlo. Si el turista espera ver busto, así sea. Pero, desaparecido el turista, desaparecido el busto.


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