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Mostrando entradas de febrero, 2019

Arquitectura collage IV, el idilio

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( There is peace in the Block . YERKA, J., 1994) Hacían  bien en corregirte respecto a las generaciones; corregirnos, en realidad. Hasta hace unas horas pensaba que no habían entendido tu certera apreciación sobre la edad, que su perspectiva estaba alterada por su biografía o yo qué sé. Pero resulta que no, que éramos nosotros los equivocados y que hacía falta que vinieran desde Berlín a darnos una charla en una agobiante sala de madera para que nos percatáramos de ello.  Apuntaba mi rapidísimo amigo que se trataba ya de otra generación. Estoy sumamente de acuerdo con él, no obstante, también empiezo a estar de acuerdo con ellos . Hay compañeros en nuestra escuela, en nuestro Taller, que comparten la mayoría de ideas de la conferencia pese a que su marco, se supone, es más similar al nuestro. El contexto es también una cuestión de perspectiva, todos somos hijos de la crisis y mayoritariamente hemos visto a nuestras madres y padres jodidos, pero no todos extraemos lo mismo

De la magnitud y lo humano III

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  ( Figura en forma de curz con manos alzadas . K., MALEVICH) ¿Qué pasa con los corredores? No te permiten desplegar del todo los brazos y miden menos de lo aconsejable para un cruce cómodo entre dos personas. De hecho, si lo lleváramos al extremo, y todos hemos estado en dicho extremo, uno ha de retroceder para que avance el otro. Son un espacio que, en caso de existir, el arquitecto trata de esconder o matizar, por eso nadie les dedica una sección más allá de la transversal y precisamente esta es ridículamente estrecha, casi una provocación al dimensionado.  Ninguna habitación, si es que esta lo es, es tan abiertamente insultada por quienes cuentan con ella (y eso que las ofensas a la sala de baños son más que notables). Y, no obstante, ninguna otra habitación, sí, esta lo es, puede extruirse hasta el infinito sin perder su sentido. Una vez ubicas la cama, el escritorio y la armariada, ¿para qué quieres más metros cuadrados de dormitorio?  Se tiende a explicar que

Arquitectura collage III, el sermón

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( No tengas miedo . BRUNERY, F., 1900) Suelo empezar mis entradas con una doctrina, en forma de referente o camuflada como contexto, seguirlas con un más o menos adormecedor desarrollo y finalizarlas con alguna moralina locuaz que acostumbro a poner en primera persona del plural, pues emplear la segunda sería descararme. Os lo digo absolutamente en serio, mirad mis entradas. O bueno, siendo sinceros como parece que estamos (¿estoy?) siendo, los que leéis esta habéis leído las anteriores. A los blogs entramos 3 o 4. Podemos aprender del juego y del compañero, formar nuestra cultura arquitectónica desde los libros y desde los vídeos de Ter (y luego ocultarlo al mencionar a Ibáñez) pero sobretodo se aprende de los medios que se nos ofrecen desde el púlpito. Es de infinito agradecer el despliegue de medios durante el curso, emplear un martes en hacer de una visita a Ruzafa algo más que una foto en redes sociales. Es por ello que no entiendo cómo no usáis más el blog, y lo siento

De la magnitud y lo humano II

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(Manzana, 2019) "Entraron al tren en paralelo, durante el apresurado trasiego que siempre tiene lugar en hora punta. De hecho, dudo que ninguno de los que estábamos allí imagináramos que se conocían, supongo que, de haberse visto, lo disimulaban teatralmente. Ya se sabe: mirar el móvil, el suelo o un repentino interés por observar lo bien terminado o no que está el falso techo.  La cuestión es que se conocían y, estando uno de ellos sentados y tras haberse dado la mano, se produjo un acercamiento, casi reverencial, que en mi imaginación solo podía acabar en un beso. Por desgracia el final fue una de esas loas a la masculinidad viejuna, con golpeo de pecho y sonoras palmaditas en la espalda. Y a Salazar pitándole los oídos." Pero además de incómodos para abrazarse y poco aptos para propiciar besos de reencuentro los asientos del metro están terriblemente mal por una cuestión de sección. El problema de un vagón es un problema abordado casi como una cuestión de in

"Prospettica", la abuela se cambia de urna

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No sé si para bien o para mal, pero los miopes tenemos una fuerte percepción de la escala. Para que nos entendamos, yo (que no lo soy mucho) descubrí por primera vez que podía contar los ladrillos de la fachada de enfrente cuando me puse las gafas por primera vez. En esos primeros instantes me parecía sumamente antinatural que pudiera ver con la misma precisión (relativamente) la coronación de un edificio que su zócalo. Apreciar las manchas en las ventanas de un séptimo como quien ve las de la pantalla de su ordenador.  Desde ese momento reubiqué mi posición en el sofá, ya podía subir a él mi preciado culo. Y desde ese momento fui consciente, con la ayuda de un par de láminas suspendidas en AFO, de que hay todo un abanico de separaciones entre los objetos. No deberíamos considerar dentro de un espacio algo que un miope no pueda ver con claridad. Probablemente ese es el problema del cambio de perspectiva  de Sandra, la Palmera está en un término que casi empieza a formar parte

Arquitectura collage II, la risa

La modernidad líquida , postmodernidad , sociedad capitalista u occidental puede ser tan duramente criticada o tan religiosamente adorada como cada uno desee hacerlo. También al libre albedrío queda la consideración o no de cierto medios como arte, aunque restringir la definición me parece ligeramente pecaminoso. Pero parece innegable que dicha cultura, con su irracional grito a la exploración de lo individual ha permitido la aparición de una maravillosa variedad de medios y formas de expresión. (No menos cierto es que, a su vez, restringe la accesibilidad a la introspección y la creación a quienes están liberados de la inhumana carga productiva que sostiene el sistema, pero reservo ese tema para Marcuse y unas cervezas). La cuestión es que hay videojuegos (sé que la palabra, horrible, no contribuye a que me creáis) que pueden considerarse arte o, en su defecto, cultura. Si la anterior entrada versaba sobre las personas como influencia de la creación dejemos que en esta ocasión s

Learning from Las Vegas

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( Mural en el barrio de Las Vegas . Ruso, F., 2015, Publicado en: El Español ) Hay en el CIA un libro que describe muy bien cierta realidad. Es uno de estos que confía en la capacidad de la arquitectura de excederse con acierto de sus competencias, como si la varita del oficio nos hubiera otorgado el poder de analizar materias ajenas por el hecho de que afectan a nuestro trabajo. De todas formas, y aunque su desarrollo sea dudoso y sus resultados discutibles, lo prefiero a esas clases de urbanismo que ni consideran introducir personas en el "masterplan"; o a las que comparan una calle de Benicollons con otra frente a palacios renacentistas. Dicha comparación solo tiene sentido si es para defender la domesticidad de la primera, para decir que el paisaje de la segunda está más trabajado no hace falta un máster . Perdón, me pierdo con lo mal impartido que está el urbanismo. El libro en cuestión: "Las 3000" Segregación social en el espacio urbano analiza la s

Rejas, tendederos y bombas de calor

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( Ringo junto a la casa junto a la Palmera , 2019) Hay un juego, uno de esos que se juegan con una cerveza delante, en el que especulamos sobre hacernos una casa. Cómo, quién, dónde... Probablemente el enunciado está ya en nosotros, es un instinto primario, pero para la ocasión diremos que es de Le Corbusier, y que Johnson lo conviritió en sueño húmedo.  Es un juego y es peligroso, porque cuando delante no hay alcohol sino un encargo y el enunciado lo impone un lugar y no una persona en ocasiones seguimos con la mente in-game . Y olvidamos contextualizar la vivienda en lo físico, y hablamos sobre la luz olvidando que sus moradores no son plantas, que viven de otras cosas. Y nos quedan cosas fuera del proyecto hasta que llegan los Smithson a hacer un proyecto de ellas o Marie Kondo a negar la mayor (y, de paso, negar las pulsiones).  Otra vez lo doméstico. Otra vez el espacio para la lavadora, el tendedero o las herramientas. No nos equivoquemos, no es culpa de la gente