Sí, quisiste

(Salon de Natalie Clifford Barney. 20, rue Jacob, Paris. Templo de Amitié y fachada interior.)
Cualquiera que la haya visto recuerda el templo en el jardín trasero (1). En su defecto, puedes haber estado en el porche de la entrada (2), donde también se transportan estas imágenes clásicas. En ambos casos, el camino era hacia la coronación del templo. En este, el que nosotros presentamos, el sentido es opuesto.
No es que seamos neandertales, paseando por una aldea de piedra. Es más porque somos amigos. Sí, eso. Pero perfectamente podríamos ser postmodernos, dogmáticos, camareros o seguir a la iglesia patológica de Pedro el Zumos. No es que seamos contextualistas. Es más porque queremos que todos quepan. Sin necesitar un millón de ladrillos. Nos llevamos el exceso para que todos entren.
En cierto modo, te sacrificaste un poquito. Le quitaste la rabia a mi ausencia. Para celebrar que el camino lo recorremos todos y que el templo no es más que un lugar de encuentro para la conexión en la distancia. Qué mejor que hacerlo como en el taller, mirando el dibujo desde tu compañía mientras me perdonas todas mis faltas.
¿Y es que, qué queda sino una amistad, cuando al concurso le quitas su enunciado?
(Salon de Natalie Clifford Barney. 20, rue Jacob, Paris. Mapa dibujado para la publicación Aventures de l'esprit.)
Pues eso: Sí, quisiste.

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