¿De dónde viene el alimento?

Una pequeña fábula
—¡Ay!—dijo el ratón —. El mundo se va haciendo cada día más pequeño. Primero era tan amplio que tenía miedo; seguía delante y me sentía feliz al ver en la lejanía, a derecha e izquierda, algunos muros. Pero aquellos muros se han ido fundiendo tan velozmente entre sí los unos con los otros, que ya estoy en el último cuarto y allí, en ese rincón, está la trampa y a ella me dirijo.
—Solo tienes que cambiar la dirección de la marcha— dijo el gato; y se lo comió.
(Kafka, 1920.)

De todas las turras historias sobre animales de Kafka que he estado leyendo me gusta especialmente la que trata sobre un animal llamado Mistetas. O Chiste. Este bicho se pregunta. Y eso es todo lo que hace: hablar para que lo haga su autor; exponer las dudas sobre el mutismo y sobre el origen del alimento. ¿Cae del cielo aunque provenga de la tierra? Al gato del cuento le viene de la falta de dobles circulaciones. De haber sido de campo el ratón hubiera esquivado las fauces. 

Hablábamos el otro día sobre la fragmentación de los movimientos sociales, cuestionando mi enunciado de salón di con la clave: los salones ya no afectan a la esfera pública. Hay cierta sensación de que más que una diversidad de luchas lo que hay es una oferta. Ahora que ya no hay grandes relatos podemos elegir "libremente" entre movimientos diversos, el que más nos convenga según nuestras necesidades. Y es más fácil, una vez le damos a seguir, retroalimentarse en esas ideas. 
¿Qué relevancia puede tener una conferencia si a ella van los que ya están fidelizados? ¿Cómo pueden haber soltado en mi nuevo enunciado que los salones todavía afectan a lo público? Como las congregaciones en Iglesia, es más influyente la propia jerarquía que la parábola. ¿Quién recuerda ahora El Tributo de la Moneda?

Sí, Jorge, nos hemos hecho más atentos: entendemos más y cargamos más las cosas. Yo también me pongo contento. Y también lo hago cuando nos llaman moralistas prejuiciosos. Porque al final si estamos hablando de un camino y se quiere hacer un cul de sac este se puede plantear bien, o se puede hacer obviando que existe uno. Porque lo que Ronchamp hace dentro, Raúl, no es lo mismo que hay fuera; tiene sentido utilizar las toneladas de hormigón que se necesiten. Pero, ¿cuántos ladrillos hay que utilizar para hacer uno mismo lo que ya ha hecho el tiempo? Hay arquitectura que tiene que quedarse en la sección de pasatiempos. Será generacional, pero el peso medioambiental, económico, estético de colocar un ladrillo hace que no pensemos en ponerlos sin dibujarlos. Como dice Harpo, hay que saber por qué estamos en cuarentena. 

Y al final del todo ser perro no es sino una naturaleza más. Tiene normas, represión y un objetivo. Si los perros se prohíben ayunar, ¿quién ayunará?, recuerda Mistetas. Pero aunque no esté prohibido, lo está: ningún perro ha de ayunar por decisión propia. Y ningún arquitecto debe no proyectar, por decisión propia. Porque si prohibimos no proyectar, ¿quién no proyectará? Estamos igualmente condenados a proyectar, la negativa a no hacerlo viene de dentro. Comer es ser, lo dice el gato
Y si se muere el perro, se acaba el Chiste.

(Church St. Anna. Rudolf Schwarz, 1951-1956)

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