Pedro el Zumos en Vitoria

(Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, JOSÉ CARVAJAL y JOSÉ MARÍA GARCÍA DE PAREDES, 1957, Vitoria.)


En mi casa el humor no entró hasta que lo traje conmigo un día del colegio, se llamaba Alejandro. Desde entonces la cuestión empezó a abordarme de una forma u otra hasta que acabé con varios libros de horribles chistes. En uno de ellos había un chiste clásico y malo, malo por impreciso y malo por malo, que venía a ser algo como:

- ¡Mira, una piedra preciosa!

- Pero si es un ladrillo...
- Bueno, pero a mí me gusta.

Aunque soy pésimo contándolos creo que con este no es culpa mía. De todos modos el chiste nos va a servir para los siguientes meses. Por una vez lo social no reina en las intenciones, vamos a hacer una casa del payaso, o fenomenológica que dice Ábalos cuando Jorge lo lee. La cuestión es que rodillo girador por aquí, rayo de luz por allá; lámina de agua por aquí, agua difuminada por allá al final todo corre el riesgo de ser un batido de experiencias que se suceden en un recorrido a oscuras. Que es lo que me pasa "un poco" con el adorado Peter Sumo, cuyas atmósferas me parecen las ínfulas pomposas de una arquitectura pretendidamente mitológica. Aunque su arquitectura no esté mal pero, como les pasaba a los que nos anteceden con Mies, los acólitos hacen al arquitecto insoportable. Y más todavía si este cree que mencionar a Hitchcock es una genialidad, añado yo.

Pero ya paro de despotricar contra Piter Zumtó, que no quiero repetir la turra que le di a Jorge sobre el tema. La cuestión es qué debemos tener detrás para que esas sensaciones, esa luz y esos ladrillos acaben siendo preciosos. Será quizás "la tradición de la arquitectura española que pasa de generación en generación" que dice Raúl, convertido en sacrosanto guardián de Oíza como Kolhoff dice serlo de Schinckel. Esos edificios que no estudiaremos en Milán, Porto o Delft porque no forman parte del estrellato que aquí manejan pero que podemos sin duda entender bien porque, al final, algo hay de aquella arquitectura en cómo nos formamos y vemos las cosas. Porque jugar a ser Rowe recortando capillas vitorianas tiene más peso que buscar fotos en Pinterest del Pedro Zuizo decidiendo si esta ventana es de melocotón o de piña. 

Pero nada es tan blanco o tan negro, evidentemente he escuchado aquí hablar de pequeños arquitectos u obras, irónicamente italianos. La escena internacional no es el diablo, lo es la soberbia con la que este país, Holanda, utiliza su riqueza contra el sur de Europa. Allí donde miraba Rembrant para hacer sus sombras o al que mira la TU para sus conferencias. Y uno siente que al hacer ambas, proyectar la casa fenomenológica y vivir aquí, está durmiendo con el enemigo. 

Pero todo son ciclos. Daremos pasos que pondrán esta entrada en la sección de obsoletas mientras que otras todavía no lo están. Y en primero entré en un aula de proyectos ¿421? serio y en tercero salí riendo. ¡Y sin libro de chistes! Y que así sea pues este proyecto, y que se llame como quiera.

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