Alicia, el cuervo y el muerto

(Alicia, el cuervo y el muerto. 2019)


Yo no quería escribir aquí. Principalmente porque con la arquitectura también estoy atascado (ya no lleno mis cuadernos) y porque lo estoy haciendo en otro sitio, mío, donde puedo hablar de los aplausos de las nalgas mientras se mira al cabezal. Y de cómo someter así puede ser síntoma de podredumbre. Cuidaos de la dominación, los hay que nunca os harán mirar al techo. 

Aunque en ese epígrafe el naranja acaba siendo peor remedio. 

De todos modos, escribo porque os quiero. A mi también me preocupa que la arquitectura que estoy recibiendo no sea mi fuente de inspiración, la musa. Pero tengo certezas de que no erramos al elegir, soy optimista. El cuervo, convertido en niña, es simultáneamente amenaza y víctima. Tiene un poco de nosotros ahora.

Es un sueño de ella.

Os echo de menos. Aunque me hagáis caer en la duda momentáneamente y no pueda escribir sobre la Adler y la Capra. Para los que estáis, esa era mi respuesta a la pregunta. No me meto más en vuestro enunciado. De momento.

P.

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