"Prospettica", la abuela se cambia de urna
No sé si para bien o para mal, pero los miopes tenemos una fuerte percepción de la escala. Para que nos entendamos, yo (que no lo soy mucho) descubrí por primera vez que podía contar los ladrillos de la fachada de enfrente cuando me puse las gafas por primera vez. En esos primeros instantes me parecía sumamente antinatural que pudiera ver con la misma precisión (relativamente) la coronación de un edificio que su zócalo. Apreciar las manchas en las ventanas de un séptimo como quien ve las de la pantalla de su ordenador.
Desde ese momento reubiqué mi posición en el sofá, ya podía subir a él mi preciado culo. Y desde ese momento fui consciente, con la ayuda de un par de láminas suspendidas en AFO, de que hay todo un abanico de separaciones entre los objetos. No deberíamos considerar dentro de un espacio algo que un miope no pueda ver con claridad.
Probablemente ese es el problema del cambio de perspectiva de Sandra, la Palmera está en un término que casi empieza a formar parte del telón de fondo, del paisaje del barrio. La medianera, algo más acertada en su distancia, me da la impresión no obstante de estar incluso un poco cerca. Quizás sea que me incomodo con facilidad.
Probablemente la mejor pintura sobre los demostrativos de los que hablamos sea la Vista de Harlem con campos de blanqueo de van Ruysdael. Que a día de hoy suena como si hubieran trasladado a Holanda Génova 13.
En otras palabras: cuidemos dónde hemos dejado las cosas. No bastará con tropezarse con la palmera al entrar. Habrá que cambiar de perspectiva.
Disculpas por la subida anacrónica. He tenido un pequeño desajuste mientras apreciaba otra obra de un pintor flamenco.
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