La casa son cosas, los muebles: una dimensión
(Pabellón de L'Esperit Noveau para la Exposición de Artes Decorativas. LE CORBUSIER, 1925, París)
Tenemos que hablar sobre nuestros planos.Sobre si el placer visual puede justificar la trampa, o si el aprobado debe pesar más que un edificio dibujado en el catastro. Me refiero a los muebles que toman en plano la dimensión adecuada para alinearse con el resto de trazas: "unos centímetros a la derecha y me coincide con el final del tabique"; también a los desplazamientos de las preexistencias para encajar un proyecto de urbanismo: "bueno, pues muevo la alquería".
En primer lugar: es capital (de pena) que mediante estos sencillos movimientos se pueda lograr una mejor calificación en cualquier asignatura. Y no es que pensemos siempre en ella por nuestro expediente u orgullo, es que la nota es el reflejo de la satisfacción del profesor con nosotros y nuestro trabajo. Y nos importa su opinión, y nos importa que entienda nuestras decisiones. Creo que la docencia debe mirarse al espejo y ver qué favorece con ciertas posturas. Más ginebra y menos escándalo por realidades como la del sofá de Laura en planta baja.
Dicho esto, sobre las líneas y el dibujo: decíamos en clase (y transcribía Jorge en su blog) que el dibujo es la construcción a la que optamos como estudiantes. Está bien, pero entonces, salvo casos muy obvios, ¿por qué no empleamos bloques estandarizados de mobiliario? ¿Cómo vamos a estar demostrando que en nuestro salón cabe un sofá si, en caso de no caber, reducimos el bloque un poco y listo? ¿Dónde está ahí la veracidad? O en los vanos que justo, casualidad, tienen la dimensión de la mesa a ellos adherida. En todo caso, hay que estar muy seguros de lo construido y no finalizar el encaje con muebles.
Ya no recurrimos a un carpintero para tener el mueble exacto; y no porque no sea una reivindicación noble o un trabajo que merece la pena conservar, sino porque no tenemos el dinero para hacerlo. El mobiliario lo traen a Alfafar ciertos suecos o, con suerte, los daneses a Colón. El placer de la alineación no puede enturbiar el sentido de la proporción. Las alineaciones del plano rara vez se plasman en la realidad, y no por ello es peor proyecto, ni debería ser peor portfolio.
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