De la habitabilidad y lo doméstico II

Siempre he desconfiado de la rigidez del mobiliario diseñado ex profeso (y no hablemos ya del empotrado). Y creo que en este sentido sí es muy importante la centralidad física, tantas veces olvidada por el sentido figurado o metafórico.

(Morte di un avaro, Bosch, H., circa 1494)

(San Jerónimo en su estudio, DA MESSINA, A., circa 1470)

Por supuesto existen decisiones que son eje de la arquitectura y no necesariamente son el centro físico de ella, aunque reúnan el esfuerzo plástico y la voluntad de proyecto para articular el resto del espacio. La idea misma de logia, que siempre he pensado que no es sino la materialización de nuestra añoranza de la cueva, sigue este concepto, es un elemento necesariamente pegado a fachada y por tanto, a poco que sea el crecimiento del espacio, queda absolutamente desviado del centro. Produce un habitar dedicado a ese espacio (a la vez que parece escupir fuera de él todo aquello indigno) y reúne la identidad del proyecto. Pienso en la arquitectura vernácula (y su uso en Schinkel) hasta la casa Citröhan (y su uso como módulo en proyectos de mayor envergadura). También las chimeneas de la arquitectura industrial a lo largo de los últimos dos siglos tienen algo de eje sin centro, la expresividad tectónica de ellas pese a sus limitaciones constructivas; campanilles modernos, creo haber leído en un símil no falto de pretensión (y de acierto). Es tentador incluir los corredores exteriores de los Smithson, pero no sabría decir si es verdadero germen del proyecto o la dotación de calidad (con posterioridad) de los espacios intersticiales de una arquitectura. Podríamos mencionar también las qiblas como articulaciones sin centralidad, no conviene olvidar que dicha arquitectura es tan nuestra como el gótico.

(Altes Museum, SCHINKEL, K. F., 1828, Berlín)

(Inmuebles-Villa, LE CORBUSIER, 1922, París)

(Palau de la Música, GARCÍA DE PAREDES, J. M., 1987, Valencia. Ampliación por DE MIGUEL, E., 2003)

(Robin-Hood Gardens, SMITHSON, A. y P., 1969-72, Londres)

(Casa Clark: Planta Primera, BREUER, M., 1950, Orange)

(Casa le Lac, LE CORBUSIER, 1924, Corseaux)

Pero no se debe dejar de apreciar en la centralidad más estricta la capacidad de dotar a la arquitectura de una distribución en torno a un punto (en este caso físico, un origen: 0,0) y la absoluta equidad (y flexibilidad) que dicha decisión impone. Ya no se expulsa a otra ala la parte que no resulta de interés (aunque esta cambie según la altura del sol) sino que o bien se recoge toda actividad (distribución centrípeta) o bien se aleja por igual (centrífuga). Creo que es en estas distribuciones, especialidad de los hogares, donde mejor se desenvuelve el mobiliario. Sin temor a caer en la simetría se recogen las piezas o se expulsan hacia el perímetro permitiendo, si quisiéramos, de la ubicación de una pieza central. Podríamos (y deberíamos) reunirnos con cojines bajo el óculo de la villa Capra o hacer bajo él uno de esos muebles con palés y encender un fuego. Algo similar a las viviendas del grupo Maio con las cocinas.

(Cuerpo central del castillo de Chambord, DA CORTONA, D., circa 1519, Chambord)

(Casa Clark: Planta Baja, BREUER, M., 1950, Orange)

(110 Habitaciones: Vivienda Colectiva en Barcelona, MAIO, 2013-16, Barcelona)

(Villa Capra, PALLADIO, A., 1566, Vincenza)

Breve apunte, por puro vicio personal, de la propia expresividad del término hogar como aglutinador de significados. Anterior a su uso para referirse a vivienda, el hogar, o la vuelta a él, aglutinaba calor, calidez, cocina, comida, familia y luz... La aparición de chimenea, no tengo muy claro en qué momento, acabó por popularizarse más, pero podría apostar a que coincide con la progresiva lejanía del fuego del origen (0,0) de la casa.

(Casa Robie, LLOYD WRIGHT, F., 1908-1910, Chicago)

Desconfío, decía, del mobiliario diseñado para el lugar porque creo que va contra casi toda flexibilidad. Una anomalía, como un espacio reducido puede justificar un diseño concreto, pero en una pieza rectangular preparar un mueble ex profeso supone condicionar eternamente dicho vacío. Si se colmata con un armario esa pared difícilmente podremos verla desnuda en una nueva distribución pues ¿dónde meteremos el armario? Se puede interpretar de manera positiva, "la seguridad del arquitecto hace que incluya esos muebles en la propia construcción", pero no estoy nada seguro de que nuestro ego creador sea de alguna forma superior al del habitante como para imponerle un uso a la estancia. La libertad del usuario radica en poder sentarse sobre la mesa.

Ahora bien, sí creo que el mobiliario en sí es un proyecto, de una segunda ocupación. Si convertimos el Pabellón en casa será adecuado hacer el catálogo de muebles para él, o si convirtiéramos un cubo blanco en hogar sería muy conveniente reproyectar con muebles el espacio. También son muy adecuados dichos proyectos para planes centralizados. Seguro que hay un proyecto precioso de mueble para Santa Sofía, San Carlino (quizás un pozo interior) o el Panteón.

Comentarios