De la habitabilidad y lo doméstico I

Me interesa la deformación de la perspectiva (y no hablo de óptica, sino de percepción); cómo, y esto lo aprendí de Hume, el principio de causalidad nos acostumbra a una racionalidad de cuya ruptura nace el surrealismo (véase El arte de la conversación, Magritte, 1963). Para que nos entendamos, si una niña está jugando con una pelota (para ciertos conservadores este mismo hecho ya es una sorpresa) y de repente, al soltarla, esta queda suspendida, la sorpresa de la niña tendría probablemente una duración limitada hasta aceptarlo como otro hecho físico, la sorpresa de un adulto, en cambio, sería mucho mayor. 

Sucede algo similar con los patios de Barragán. Se asemejan a, sorpresa, patios. En muchos casos no tienen mayor trascendencia como espacios en sí, pero la ubicación en ellos de elementos extraños: unas piedras, un taburete, la luz... parece dejar boquiabiertos a gran cantidad de adultos, como si la pelota de la que hablábamos se hallara allí mismo. 

Es interesante también la siguiente parte del proceso, si partíamos de "conocidos los patios de las casas-patio, lo flipamos con los de Luis" llegamos ahora a "conocidos los patios de Luis lo flipamos con la colonización de estos". Porque, que yo sepa, no hacemos arquitectura para la luz.

(Mira qué me he comprado para los trastos / parapaula II, 2018)

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