Venturi y vuelta
La inteligencia colectiva, compatible con la ceguera de las masas, ha creado la última gran aportación cultural de relevancia en occidente. El arte, fragmentada, no sigue un mismo camino de manera notablemente marcada desde las vanguardias. Además la introducción del entretenimiento en el arte, por desgracia menor que la del arte en el entretenimiento, ha provocado la certeza de un público al creador. Es así como la creación o bien busca rentabilizar la existencia del espectador o se ha convertido en una parodia de su propio estilo con tal de ser reconocible.
La gran aportación cultural de la que hablo, estaba claro, es el meme. Condensación de un contexto común (desinteresado en las fronteras e interesado en el producto interior bruto del país) y de una ironía vital. Es probablemente la forma de cultura más explícita en su intención irónica y humorística: es importante reír. Condensación, también, de la informalidad: no existen los modales burgueses, aunque sepamos adoptarlos.
Son, en resumen, una constante iteración de referencias a un contexto común que permiten el humor y la ironía sin tener que emplear risas enlatadas o disfraces de payaso (o quizás en ocasiones sí). Es una idea, con ciertos matices, muy similar al manierismo de Venturi. Son creaciones, pese a reticencias generacionales, de profundo valor histórico.
Busco hacer una arquitectura así. Que sepa contestar con una jirafa a Le Corbusier y sin embargo mantener sus puntos, que pueda tener exceso de espacio en el baño y hacinamiento en las habitaciones, ventanas a medianera y, no obstante, un lugar al que mirar.
(Uso de la seda comprada en el Café, 2018)
Y, en un principio, se solapa lo que quiero hacer y lo que Venturi dice hacer. (Porque sí, este asunto va de pulsiones y apetitos; aunque luego los llamemos intenciones y exigencias del lugar.) Pero entonces llega él, en Architecture as Signs and Systems y suelta que el manierismo no es ideológico. Y, para mi, mete la pata. Aprecio su defensa de la arquitectura vulgar, de la integración de lo que llama alta y baja cultura (que es una licencia análoga a la que nosotros nos tomamos para catalogar los proyectos de buenos y malos) y aprecio, en lo personal, lo bien que entronca con mi interés particular en la arquitectura del expansionismo. Pero no puedo apreciar su falta de interés por lo social, creo es en este punto donde más presa es de su contexto estadounidense, precisamente después de haber vencido todo el contexto arquitectónico. Me he permitido esbozar una suerte de respuesta.
Sobra decir que todo lo anterior está entrecomillado.
(The architect's dream, COLE, T., 1840)
(The architect's dream augmented by VSBA, VENTURI, R. y SCOTT BROWN, D., 1972)
(Casa del Acantilado, SILVESTRE, F., Calpe)
(Casa del Acantilado intervenida, 2018)
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