Los restos tras el Ayuntamiento, reflexiones primeras sobre el ejercicio


(Qué se dibuja bajo la flor, 2018)


Detrás del Ayuntamiento, sin alardes en su ubicación, está abierto el refugio. Aunque no era la idea, esa fue nuestra primera visita al emplazamiento. No era la intención, aunque venía al caso: memoria, el robo de la historia, nuevas aperturas... El ejercicio, quizás, ha sido un poco lo mismo, algo casual. Un mandato como el de Violante, que nos ha llevado de A a B y de vuelta a A, de lo inmaterial a lo material y, por último, de vuelta a lo inmaterial. 

Este último salto, de lo material del objeto (y del collage) a lo inmaterial de su ejecución (y la sección) es el que debía representar el panel. El cómo la maceta cerámica es tremendamente materializable y su colonización en la plaza pone en valor más a las personas que a la arquitectura (como ya sucedía en la escalera). No obstante es para mi una entrega algo incómoda, falta de un mandato visible de resultado. Finalmente la imagen ha sido el proceso y sus relaciones desnudas, como la ciudad de Debord. Me hubiera gustado haber trabajado con las hayas de Klimt.


(KLIMT, G., Buchenwald, 1902, Litzlberg, en el Lago Atterseeg)  

A su vez creo que tras esas (cuestionables) líneas resultantes subyace un enunciado que todavía necesita perfilarse. La materia a atajar entusiasma, tiene historia, política y actualidad, tiene la crisis de la arquitectura y tiene su período de mayor esplendor, hacer la plaza de todos, pero no es adictivo. Quizás sea la dificultad de la solución la que abre el mar de dudas, pero una vez realizado el exhaustivo análisis la fase propositiva ha llevado, por lo general, a encallar. Es sin duda un buen enunciado, pero no sé si no sería mejor como análisis. 

No llegaríamos a hacer el Generator Project con ese programa del que, hasta ayer, no había leído que requería de una zona de carga y descarga (carcajada). Y no sé si el límite ha sido nuestro o del propio ejercicio. Ya que tiene apenas mes y medio de recorrido y que el formato de concurso de ideas está muy visto (y más si luego no hacemos valoraciones, machete en mano, de los trabajos) dicho ejercicio podría servir para liberar todo aquello que queda dibujado bajo la flor

Sería de interés sacar aquello que producimos cuando estamos produciendo y exponerlo como resultado, o desarrollar el proyecto de otro (y hablar así de la dualidad proyectista-director de obra, de la que poco nos enseñan). Porque muchas veces la innovación viene dada por un contexto igualmente innovador. Price tenía el desarrollo de la computación, nosotros podríamos haber tenido una forma más experimental de docencia. Aunque el ejercicio sea bueno, y nos haya llevado a hacer una maceta (que ojalá hubiéramos podido hacer en arcilla).





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